LA ANESTESIA
EN ODONTOLOGIA
La aplicación de la anestesia odontológica
debe ser muy cuidadosa.
Por lógica podría calificarse sencillamente
como un dolor que evita otro mayor.
Los odontólogos la definen clínicamente como
un procedimiento mediante el cual se utilizan medicamentos para bloquear las
terminaciones nerviosas de las piezas dentarias.
Así, el “pinchazo” de la inyección anestésica
- aunque también viene presentada en gel de uso tópico – puede hacer menos
traumáticos los procedimientos como las exodoncias (extracciones), tratamientos
de conductos, remociones de caries y tratamientos periodontales.
El favorecido no sólo es el paciente, que tras
el efecto de adormecimiento no siente dolor alguno, sino el odontólogo, que
puede trabajar con más tranquilidad y rapidez.
Se supone que a los tres o cinco minutos la
sensación de hinchazón y adormecimiento no se hace esperar.
Sin embargo, los especialistas advierten que
la tensión nerviosa y el metabolismo del paciente además de las variaciones
anatómicas de las líneas nerviosas, pueden retardar o incluso anular el efecto.
Entre las sustancias más utilizadas hoy día
para adormecer la zona a tratar, estan las amidas como la xilocaína, la
prilocaína y la nestocaína, que son totalmente naturales.
También existen otras menos modernas
denominadas esteres.
La más conocida de este grupo de anestesia
sintética es la mepivacaína, que por lo general es usada en tratamientos de
corta duración.
Justamente la diferencia entre usar uno u otro
producto, en opinión de los odontólogos, está en la duración del procedimiento.
Mientras unas tienen un efecto que perdura dos
horas, otras sólo actúan durante 30 o 45 minutos.
Hay aspectos que se deben cuidar al aplicar un
anestésico para no causarle daños mayores al paciente: la técnica, la dosis y
las contraindicaciones.
Es preciso tener en cuenta que el odontólogo
debe tener conocimientos en anatomía para determinar el sitio exacto donde
realizar la aplicación, la cual debe hacerla en forma firme y lenta.
La dosis permitida es de cinco a ocho crápulas
para adultos y de dos a tres para niños, caso en el que la aplicación debe ser
muy localizada, ya que el hueso es más poroso y penetra con mayor facilidad que
en adulto.
Un aspecto que se debe considerar, según los
odontólogos es que los diabéticos y las personas con enfermedades
cardiovasculares sólo pueden recibir estas sustancias, cuando no contienen
vasoconstrictores de los tejidos.
En cuanto a las mujeres embarazadas no son
aconsejables las anestesias que contienen adrenalina, puesto que elevan aún más
la presión arterial, ya aumentada con el embarazo.
El riesgo al no tener en cuenta estas
consideraciones es alto.
Por ejemplo pinchar un nervio, puede generar
una parestesia, es decir un adormecimiento temporal o indefinido del tejido
blando.
Así mismo cabe anotar otros peligros como por
ejemplo pinchar un vaso sanguíneo puede ocasionar un edema o provocar
convulsiones.
Colocar la anestesia en el músculo puede
ocasionar un bloqueo al abrir la boca, que se conoce como trismus.
Así mismo, cuando se inyecta aire por error
hay posibilidades de que se formen trombos.
Claro que también hay que tener en cuenta que
todas las personas no reaccionan igual a la anestesia.
Es posible que algunas sufran un ataque de
falta de oxígeno (epoxia) debido al nerviosismo o que tengan predisposición a
rechazar la sustancia (hipersensibilidad), advierten los odontólogos.
Alergias, y en el peor de los casos un paro
cardiorrespiratorio, son otras posibles complicaciones, aunque no son
frecuentes.
Los avances de la ciencia han hecho que las
técnicas de aplicación de la anestesia se diversifiquen, de forma que se evite
el “pinchazo” que le causa temor y dolor al paciente.
Una de las nuevas técnicas para aplicarla es
una pistola que dispara la sustancia anestésica directo al sitio a intervenir.
Pero también es posible, tal como lo explican
los especialistas que el mismo paciente gradúe y controle la intensidad de
dolor que puede soportar, o sea, su umbral del dolor.
Para ello, se colocan unos electrodos en la
zona mandibular, que envían impulsos eléctricos y adormecen el área; el
paciente maneja una especie de radio con el que intervienen el efecto
anestésico.
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